viernes, 26 de septiembre de 2014

ESTRAGOS DE LAS MINAS DE URANIO -

“Los contaminantes, producto de la explotación, se componen de gases, partículas en suspensión, residuos sólidos con diferente emisión de radiactividad, efluentes y metales pesados. Los efectos ambientales de la explotación y procesos posteriores incluyen: contaminación de aguas superficiales y subterráneas con químicos y material radiactivo, drenaje de metales pesados de las escombreras y pilas de colas, drenajes ácidos de la mina y de la roca, químicos producto de la lixiviación, impacto en el ecosistema silvestre, terrestre y acuático, peligro para la salud humana debido a fuentes de agua contaminadas y al polvillo radiactivo, y alteración del paisaje, entre otros daños secundarios como los ruidos y vibraciones que se generan por las explosiones y voladuras”.

Las piedras se muelen según convenga y se aplica un sistema de lixiviación a base de compuestos químicos para que atrapen los minerales requeridos. Lixiviar es como regar el jardín de nuestras casas pero en este caso con una solución de agua y ácido sulfúrico. De modo que tenemos dos gravísimas consecuencias de esto: las voladuras y el polvillo en suspensión (que en este caso contiene uranio principalmente, además de otros minerales que acompañan al motivo extractivo), y la movilización de metales pesados que, con el uranio, irán a parar a los acuíferos de la zona. 

El proceso continúa al separarse la parte sólida de la líquida para obtener el concentrado de uranio. En esta operación se abandonan peligrosos residuos, que son motivo de la discusión y rechazo de poblaciones próximas a estas minas. Hay un cálculo elemental que determina que por tonelada de uranio se generan 3.700 litros de residuos líquidos y cien veces el peso del material obtenido en residuos de radio. Entre esos residuos sólidos se hallan las denominadas colas que contienen uranio, radio 226, radio 222, cromo, vanadio, molibdeno, cobre, níquel, cobalto, hierro y distintos compuestos químicos como ácido sulfúrico, isodecanol, carbonato más hidróxido de sodio, bióxido de manganeso, etc. Lo que se dice una verdadera sopa química y radiactiva, verdadero cóctel amenazante para el ecosistema vigente en el lugar. Los compuestos radiactivos poseen una vida media, según sean, de días hasta miles de años. 

El método extractivo es perverso por donde se lo mire. Se dinamitan áreas enormes donde se halla el mineral diseminado, se lo lleva a la molienda y después, en diques de colas, se realiza la lixiviación con ácido sulfúrico para que decante, por filtración o centrifugado. Aquí aparecen los residuos sólidos (ganga) por un lado y una solución de concentrado que contiene a la mayor parte de uranio con el resto de los elementos producto del decaimiento radiactivo, como torio, radio, protactinio, plomo, polonio; pero lo importante de este decaimiento es que emite radiaciones ionizantes alfa, beta y gamma, altamente peligrosas, metales pesados solubles en ácido; gas como el radón 222. En todo este tipo de producción minera se hallan presentes los drenajes ácidos movilizados por la sopa química que se arrojó en las pilas para lixiviar el mineral, como hemos dicho. 

La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) minimiza el impacto radiactivo, nosotros no, además sabemos que las minas de uranio nos enferman de radio silicosis. Las partículas que derivan del gas radón son las denominadas “hijas del radón” que se depositan sobre células vivas e impiden que se puedan lavar. Si inhalamos el gas radón, se transforma en otros elementos radiactivos y pasa a nuestra corriente sanguínea. Ningún nivel de radiación por insignificante que sea, puede considerarse seguro. Ese mínimo nivel se asocia a otros mínimos niveles y el daño se potencia. 
Todas las transnacionales mineras les presentan a los gobiernos provinciales un informe de impacto ambiental (IIA), afirmando que su principal insumo es el cianuro, o la cal, o el ácido sulfúrico, (o la energía, cuando se acuerdan), pero en realidad el insumo principal es el agua, dato que ocultan celosamente. Hay yacimientos en el mundo, riquísimos, que no se explotan por la escasez de agua en las inmediaciones. 

Si decidiéramos cobrarles el agua, o que paguen el precio de mercado de la energía y del combustible, por ejemplo, además del molibdeno y otros minerales que acompañan al mineral motivo de la explotación, la licitación no tendrá oferentes. Recordemos, así todo, que el paupérrimo 3 % de canon, será sobre el valor del recurso en boca de mina y que, como ocurre en el resto de Sudamérica, ese royalty es el que hacen figurar en su declaración jurada; y hay que creerles. Por lo pronto en Chile, las declaraciones juradas del impuesto a las ganancias de las mineras del cobre, no aportan utilidades; “juran” que no tuvieron ganancias. Sus declaraciones juradas aguantan lo que le pongan. Aquí es igual. 

Los principales usos civiles del uranio son en plantas de energía nuclear y en helicópteros y aviones. También es usado por las fuerzas armadas como blindaje para proteger tanques, para manufacturar balas y proyectiles que penetran el blindaje de vehículos del enemigo, como fuente de energía y en armas nucleares. Cantidades muy pequeñas se usan para fabricar barnices para ornamentos de cerámica, bombillas eléctricas, productos químicos para fotografía y productos para el hogar. Algunos abonos contienen cantidades de uranio natural más altas que lo común.

Las plantas pueden absorber uranio desde el suelo a través de las raíces, pero éste no pasa al resto de la planta. Por lo tanto, las hortalizas, por ejemplo patatas y rábanos, que se cultivan en suelo contaminado con uranio pueden contener más uranio que si crecieran en suelo con niveles de uranio normales. Lavar las hortalizas o pelarlas generalmente remueve la mayor parte del uranio.

También pueden entrar al ambiente cantidades de uranio más altas que lo normal a raíz del desgaste de residuos de molinos y minas de uranio y de otros metales. También pueden ocurrir descargas accidentales desde plantas que procesan uranio, aunque estos compuestos se dispersan rápidamente en el aire.

El uranio es una sustancia química que también es radioactiva. Los científicos nunca han detectado efectos perjudiciales de la radiación proveniente de los niveles naturales bajos de uranio, aunque es posible que algunos efectos ocurran. Sin embargo, los científicos han detectado efectos químicos. Algunas personas han manifestado señales de enfermedad de los riñones después de ingerir cantidades altas de uranio. Lo mismo se ha observado en animales después de ser tratados con grandes cantidades de uranio, de manera que es posible que la ingestión de grandes cantidades de uranio dañe los riñones. Además, existe la posibilidad de que cualquier material radioactivo, como el uranio, produzca cáncer. El uranio natural y el empobrecido son débilmente radioactivos y es improbable que la radiación que emiten produzca cáncer. No se ha descrito ningún tipo de cáncer en seres humanos como resultado de la exposición al uranio natural o empobrecido. El uranio puede decaer a otros radionucleidos, los que pueden producir cáncer si usted se expone a una cantidad suficiente durante un período prolongado. La opinión de los doctores que investigaron el cáncer del pulmón y otros tipos de cáncer en mineros de uranio fue que la radiación emitida por el uranio no fue la causa del cáncer. Debido a que los mineros fumaban cigarrillos y estaban expuestos a otras sustancias que sabemos producen cáncer, el cáncer fue atribuido a exposiciones a altas cantidades de radón y a sus productos de transformación radioactivos.

La probabilidad de desarrollar cáncer es más alta si usted se expone a uranio enriquecido, debido a que es más radioactivo que el uranio natural. El cáncer puede manifestarse muchos años después que una persona está expuesta a un material radioactivo. El estar cerca de uranio no es peligroso para la salud porque el uranio emite muy poca de la radiación que penetra el cuerpo, conocida como la radiación gama. Sin embargo, el uranio normalmente está acompañado por otros productos de transformación durante su decaimiento radioactivo, de manera que usted también se expondría a la radiación de éstos.

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